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lunes, 30 de diciembre de 2013

¿Espiritualidad o Espiritualidades? ¿Juvenil o juveniles?



Un nuevo desafio hemos asumido como pastoral juvenil, y el primer tema no es aislado, queremos que sea una pequeña carta de presentación de quienes somos, una suerte de fotografía de lo que pensamos y de lo que hacemos en torno a nuestra fe y nuestras espiritualidades: plurales, desde diferentes experiencias, razones, sentimientos, lenguajes, códigos, desde diversos corazones.

Ser joven tiene el constante conflicto de definición, marcado por los intereses de una sociedad que se maneja desde el poder adultocéntrico, cada definición tiene una condicionante. Y desde esa complejidad hemos sentido un nuevo ánimo de crear, de actuar, reconociendo que el ser joven es una “identidad” mutable, relativa, construida social y generacionalmente.

Creemos que “La juventud” no es el futuro, sino es el hoy, es el presente. Por eso mismo asumimos lo importante que es reflexionar  sobre las implicancias que tiene nuestra fe con el mundo de hoy y cuales son los cuestionamientos a construir para fortalecerla y tener vidas más libres y sociedades más justas e igualitarias.

Surge entonces, esta revista, la cual está tratando de provocar y producir reflexiones frescas, invitar al diálogo generacional para pensar qué significa ser Iglesia hoy. No es ajeno a esta intención, el ver a nuestro país sin miedo, movilizado por cambiar las reglas del juego del sistema en que vivimos.  Desde ahí, también nos paramos como generación para nuestra reflexión, en pos de construir mejores espacios de convivencia y buen vivir.

Pretende ser una revista que dialogue en torno a la “pastoral juvenil”, que contribuya a la discusión crítica y la acción alternativa para el servicio, así como a toda persona que le llegue a sus manos. Lo asumimos como un desafió nuevo y apremiante. En palabras del teólogo Andrés Torres Queiruga: “Ser joven y creyente cristiano hoy no es algo obvio, ni existe la figura ya hecha que una en síntesis real esos vectores. No la tiene nadie: ni los teólogos, ni los movimientos, ni el Papa. Sólo puede aspirar a ella una juventud que viva en su carne los problemas del mundo actual en el arte, en la filosofía, en la política, en la ciencia, en el hambre, en la ecología, en la superpoblación, en la confusión postmoderna, en el encuentro de las religiones... y que desde dentro, buscando, gozando y sufriendo con todos, logre encontrar una configuración de la fe que sea hoy significativa, orientadora y animadora”.

Está dirigida a cuantos en la Iglesia y en la Sociedad estén en un espacio de participación juvenil. Quiere ser para todas y todos ellos un lugar de análisis y reflexión crítica desde la praxis, un espacio para el intercambio de experiencias. Una revista que avance líneas creativas de síntesis pastorales para renovar, en contextos siempre nuevos, la fe en la Buena Noticia.

Nuestro papel como jóvenes es clave, se podría decir que es a esta generación a quien le corresponde la elaboración de lo distinto, de lo diferente a lo que ahora existe.

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 Editorial de la primer número de la Revista 95 Tesis. 

Puede ver la revista acá:

jueves, 19 de septiembre de 2013

A 40 años del Golpe, Evangélicos y Política




El pasado domingo 15 de Septiembre se realizó el ya tradicional Te Deum Evangélico en la Catedral Evangélica de la Iglesia Metodista Pentecostal de Chile en Santiago, evento al que asisten las principales autoridades del país y que fue instaurado en 1975 por iniciativa de Augusto Pinochet. Cabe destacar que al mes siguiente del primer Te Deum Evangélico fue expulsado de Chile el obispo Helmut Frenz, de la Iglesia Evangélica Luterana, co-presidente del Comité Pro Paz y Defensor de los DD.HH. en dictadura.
Entre las noticias posteriores que surgieron,lamentablemente fueron más difundidas las palabras del ya celebre pastor Hedito Espinoza, donde critica a las nuevas generaciones chilenas: “Tenemos una generación que practica el satanismo y hechicería con las clases de Harry Potter que están infectando nuestro mundo”.
Estas burdas palabras más otras características de su puesta en escena como “orador premium”, opacaron una de las intervenciones más relevantes de la jornada, que fue la petición de perdón pronunciada el pastor de la Catedral Evangélica, Eduardo Durán Castro:
“Perdonamos a quienes nos han ofendido, pero es justo también en nombre de las iglesias evangélicas aquí representadas que pidamos, con espíritu cristiano, valentía y humildad, perdón por no haber hecho lo suficiente cuando nuestro hermano era privado de sus derechos o cuando era hostilizado por pensar diferente. Pedimos perdón por nuestras actuaciones, reacciones y omisiones y por todo cuanto pudiéramos haber ofendido a algunos de nuestros compatriotas, pedimos perdón por lo que pudimos hacer y no lo hicimos cuando nuestra nación se veía convulsionada por un clima de violencia e injusticia que venían de todas partes”.
A esto viene una pregunta interesante para todas y todos quienes nos identificamos desde la fe evangélica y en especial para las nuevas generaciones: ¿Por qué “la Iglesia Evangélica” tuvo que pedir perdón por los hechos ocurridos tras el Golpe Militar? Este hecho tremendamente relevante y cubierto de manera muy superficial por lo medios, creo necesario profundizarlo brevemente en este espacio.
Matás Maldonado, compañero del Observatorio Iglesia y Sociedad, describe la organización evangélica en el contexto de la Dictadura Militar (1). Las iglesias evangélicas se alinean alrededor de dos polos con relativa consistencia estructural, redes internacionales estables, líderes reconocidos y perspectivas teológicas identificables a pesar de su dispersión. Hacia 1984, en el contexto de las ‘Jornadas de protesta nacional’, nace la Confraternidad Cristiana de Iglesias, organización que agrupa al polo crítico no sólo del actuar del Consejo de Pastores sino también de la dictadura militar. Esta asociación establece intensas relaciones con el mundo ecuménico nacional, pudiendo ser considerada dentro de la compleja y heterogénea red de asociaciones civiles y religiosas que opuso resistencia a la dictadura de Pinochet en su fase de crisis social y económica. La principal expresión pública de la Confraternidad fue, sin lugar a dudas, la Carta Abierta a Pinochet entregada en la Oficina de Partes del Palacio de la Moneda el 29 de agosto de 1986 después del “Encuentro de oración por Chile”, con el que concluía la “Campaña de Oración por la Vida, la Paz y la Reconciliación en Chile”.
En julio de 1975 nace el Consejo de Pastores, que agrupa al polo que, desde 1973 hasta 1978 aproximadamente, manifiesta una adhesión irrestricta tanto al golpe de Estado como a la persona de Pinochet. Desde el principio de la década de los 80’hasta el final de la dictadura, el Consejo de Pastores matiza su adhesión debido tanto a la evidente crisis económica y social vivida por el país como a la insistencia ‘mariana’ de las Fuerzas Armadas chilenas. Esta organización tiene en el Te Deum su principal expresión pública. Este culto fue realizado por vez primera el 14 de septiembre de 1975, sólo dos meses después de la creación del Consejo de Pastores, a menos de un año de la inauguración de la primera Iglesia Metodista Pentecostal de Chile (Jotabeche) y la proclamación de “Declaración de la Iglesia Evangélica Chilena (La Posición Evangélica)”.
El gran esfuerzo actual de algunos sectores evangélicos más conservadores en extremar la dicotomía Iglesia/Mundo, ha sido indiferente a lo que sucede en nuestro alrededor, dejando que las cosas del “mundo” funcionen en su orden, en este caso en el orden neoliberal/colonial, reflejado en desigualdad, discriminación y exclusión. De ahí la importancia de un aspecto omitido e ignorado por décadas en nuestras iglesias, la memoria de nuestra participación, que es relevante revisar a la luz de nuestra fe y en el caminar comunitario en el testimonio de quien también fue un torturado y muerto por el poder político de su época, Jesús.
El 13 de diciembre de 1974, tuvo lugar en el edificio Diego Portales un acto de apoyo al Gobierno Militar convocado por actores religiosos de las principales iglesias evangélicas del país, conocido como el “Portalazo”. Allí, se leyó una declaración de apoyo al Gobierno firmada por 32 obispos y pastores que representaban a la iglesia evangélica chilena. Esta jornada y declaración fue un requisito para que el presidente de facto aceptara ir a la inauguración de la Catedral Evangélica, evento que ocurrió con su asistencia el 15 de diciembre de 1974. En esta declaración, “La Posición Evangélica”, encontramos afirmaciones tales como:
“Estamos ciertos que, si testimonios negativos fueran buscados dentro de los acontecimientos que se produjeron con motivo del pronunciamiento militar, sin duda se encontrarían hechos lamentables de abusos de poder e injusticias, que en un Estado de Guerra, por lo demás, es difícil evitar por la autoridad máxima. Pero no se puede constituir un argumento contra el gobierno sin demostrar mala intención, basados en hechos aislados (…) consideramos entonces que no es justo decir que por ello en Chile no se respeten los Derechos Humanos”
“El pronunciamiento de las Fuerzas Armadas (…) fue la respuesta de Dios a la oración de todos los creyentes que ven en el marxismo la fuerza satánica de las tinieblas en su máxima expresión.”
“Todo gobierno es legitimo en la medida que responde a la voluntad de la mayoría y satisface las necesidades de la Patria; el nuestro lo es porque satisfizo la necesidad de ser liberada de un sistema marxista, esclavizante y foráneo”.
“Los Derechos humanos están garantizados en Chile por la declaración de principios de la junta de gobierno.”(2)
Este documento fue ampliamente difundido por la prensa oficialista, y de alguna manera pasa a ser el eje político del quehacer de muchas iglesias evangélicas agrupadas en el Consejo de Pastores, defensoras de ideologías anti-comunistas, anti-católicas, anti-ecuménicas y anti-democráticas, quienes colaboran (concientes o inconcientemente) con la instalación de un paradigma legitimizador del régimen autoritario-dictatorial.
En esta época se pueden evidenciar algunas características que hacen que se vaya visibilizando cierta ideología “evangélica” emergente, influenciada por un importante arribo de misioneros de Estados Unidos provenientes de iglesias evangélicas del sur, identificadas mayoritariamente con los sectores fundamentalistas, o de lo que hoy es conocido como la “Derecha Evangélica” conservadora y republicana, que maneja un importante poder en la política estadounidense.
La llegada “misionera” desde los EE.UU. no tan sólo viene con el mensaje del Evangelio, sino con una visión política que se alinea con control norteamericano. No es menor indicar que los principales predicadores evangélicos en los últimos años provengan de EE.UU. (Rogers, Mc Dowel, Graham, Dobson, MacArthur, Wagner, Piper, Washer, Stanley, Warren, entre otros), o bien latinoamericanos cuyos estudios o trabajos están relacionados con la “Derecha Evangélica” de EE.UU. (Palau, Motessi, Witt, etc.). La fuerte influencia norteamericana hasta nuestros días es una herida a la hora de hacer una reflexión en torno a las responsabilidades y los daños de las iglesias evangélicas 40 años después del Golpe.
La “ideología evangélica” post-golpe está marcada por el autoritarismo implantado en la institucionalidad evangélica, donde el liderazgo carismático viene a tener más importancia que la revelación bíblica y los espacios comunitarios de decisión. Las débiles estructuras horizontales y la relación de pastor como el nuevo “patrón de fundo”, pasan a ser las lógicas organizacionales que replican el modelo un gobierno dictatorial, elitista. La composición de los liderazgos religiosos por ex-agentes de las Fuerzas Armadas, principalmente en los sectores pentecostales más expansionistas, difunden una lógica de sumisión, el uso de un lenguaje militarizado, profundizan un patriotismo fascista y forman grupos más obedientes que pensantes, más alineados que críticos.
No obstante, es necesario denunciar que dicha declaración, “La posición Evangélica”, carece de legitimidad ética en su formulación. Desde la génesis del movimiento protestante jamás ha existido “una iglesia evangélica”, y el tratar de identificarla es una práctica que ahora tiene en sus memorias legitimar el gobierno más tirano de las últimas décadas. No es genuina, no nació de las mismas bases de quienes conforman las iglesias, a los pastores se les hizo firmar un documento ya elaborado que no tenia ninguna reflexión colectiva previa, representativa. La amenaza de quitar los beneficios obligó a muchos de ellos a firmar, sin el pleno consentimiento de sus congregaciones, a espaldas de sus hermanos e incluso de aquellos que se oponían al régimen dictatorial, rompiendo todo proceso consultivo y democrático valido dentro de muchas tradiciones protestantes. La falta de experiencia de los pastores evangélicos en la relación con el gobierno, la ingenuidad y las débiles estructuras institucionales democráticas, permitieron una fácil instrumentalización militar en la búsqueda de legitimidad religiosa desde algunos personajes evangélicos sedientos de reconocimiento político público.
En Chile han transcurrido 40 años de silencio de parte nuestras iglesias. Nos hemos preocupados de la salvación del alma, pero no la salvación de la vida, de sus memorias, de su clamor de justicia.
40 años donde hemos sido también victimas de una dictadura autoritaria que implantó con toda su fuerza un modelo neo-liberal y clasista, que corrompe la convivencia, que enseña a matar para ganar, vencer para triunfar, una cultura asesina y despiadada que no conoce de solidaridad y de amor al prójimo.
40 años que hemos pecado, y seguiremos pecando hasta que por fin no haya justicia en nuestro país. Los asesinos y sus cómplices disfrutan de su “victoria”, se esconden y no se hacen cargo, se cubren y se encubren. No hay nada que justifique la muerte, tortura, secuestro y desaparición de personas. El perdón nos invita también a la transformación, no basta con un discurso inflado creando falsas expectativas de una solución que no se hace cargo nada.
40 años que se escribió una amarga historia en nuestro país. Falta mucho de nuestra parte como evangélicos para la reparación de tanto daño. Por eso nosotros, las “nuevas generaciones”, debemos estar atento a los signos de nuestros tiempos, leer las historias desde los desprotegidos, acercarnos al testimonio del crucificado, quien fue resucitado y ser portadores de su esperanza, para que nunca más en Chile la sangre de nuestro hermano corra por nuestras manos.
“Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí”. (1 Corintios 11:24)
En memoria de los que fueron muertos, perseguidos, exiliados y torturados por pensar que se podía vivir diferente.
Notas:
(1)  Maldonado, Matías. “Evangélicos y política en la dictadura militar chilena. A 40 años del golpe de Estado”. Revista 95 tesis, Pastoral Juvenil IELCH. Edición Nº2.
(2) Puente, Pedro. “La Posición Evangélica”, Editora Nacional Gabriela Mistral. S/f

Publicado en el elquintopoder.cl

jueves, 1 de agosto de 2013

Catedral Poder Iglesia y Aborto

“Ayer íbamos caminando y desde un momento a otro nos encontramos dentro de la Catedral de Santiago. Cansados y cansadas de tanta profanación de la Iglesia en torno a nuestros cuerpos, irrumpimos por una vez una misa de las de las tantas veces que esta a irrumpido en las vidas de tantas personas, imponiendo categorías de decencia y normatividad desde sus intereses de poder, llamando a las mujeres asesinas y a otras pecadoras y pecadores por no ser “normales” según sus cánones, cansados de tanta profanación, nosotrxs las y los indecentes le fuimos a decir en su propio templo “cueva de ladrones” que han robado la libertad y dignidad de tantas personas que por no ser católicas no son decentes, ni dignas… Nuestros gritos y pancartas no eran contra las personas que viven su fe de manera personal y sincera, sino contra los símbolos que representan el poder, su violencia en torno a la sujeción que muchas y muchos tenemos sin haber optado por creer dicha confesión, poder que oprime, poder que irrumpe”.
Debido al largo cuestionamiento quisiera continuar con el debate originado, sin necesidad de que este justifique o no las acciones realizadas en la catedral, sino de poder exponer una opinión crítica, a un evento que no quisiera que pasara desapercibido. Son muchos los abusos que se permiten en nombre de “la paz”, “la tolerancia” y la “no violencia”, ¿pero cuáles son las interpretaciones que se pueden leer detrás de este hecho histórico?
Primero, no podemos de dejar de pensar a la Iglesia Católica, desde su historia en la Conquista de América por militares españoles en el siglo XVI que confiscaron las mejores tierras, subyugaron a los indígenas, destruyendo en forma sistemática patrimonio cultural tangible e intangible por el sólo hecho de no adecuarse a sus intereses religiosos o monetarios. Haciéndolos sus esclavos, forzándolos a trabajar y pagar tributo, y reprimiendo su visión de su mundo cultural.  Son miles los ejemplos de destrucción sistemática e irrecuperable de objetos, prácticas, creencias, lenguas y culturas.
La Conquista formó los códigos de “decencia”, como un sistema sexual, social, político, económico, teológico, de clase y racial que moldea totalmente la manera de pensar y actuar en relación a nosotros mismos y a los otros, y en relación al mundo natural. Un sistema de dominación y subordinación que a pesar de las protestas de misioneros como Bartolomé de las Casas, proveyó de símbolos religiosos de control, subyugación y explotación. Lo indecente, atribuido a cualquiera que desafíe el statu quo político, económico y cultural.
Estos marcos de moral normativos son lo que hoy llaman a la mujer asesina por abortar, enfermo al homosexual, puta a la mujer no conservadora y así una larga lista de categorías que tienen que ver con el género y/o lo sexual.
La Catedral como símbolo de la resistencia contra la dictadura
Uno de los cuestionamientos que se dio era el símbolo de la Catedral como espacio de protección de los derechos humanos, y para no ser majadero sólo con la Iglesia Católica, quisiera mencionar a la Iglesia Luterana, la cual en tiempos de dictadura tuvo en sus filas como obispo a Hellmunt Frenz, incansable defensor de los derechos humanos, y al mismo tiempo al general Fernando Matthei, padre de la hoy candidata UDI Evelyn Matthei. La institución o su edificio principal, no garantiza quienes formen parte de ella, puede ser un golpista, como a la vez a su victima. Asimismo, en la Iglesia Católica en la etapa más compleja de Chile del último siglo, bajo la misma catedral convivían asesinos y defensores.  Las violaciones a cargo de las fuerzas armadas, mantenían códigos de poder sexual, contra las detenidas en dictadura, castigadas por ir contra de lo establecido, por “putas y locas”, les cargaban todo el abuso machista, ejerciendo violencia de género y sexual, por no ser “decentes”. En este tiempo se instala nuevamente una nueva identidad del orden, bajo este sistema de símbolos defensores de la “civilización católica” en contra de los comunistas ateos. Decentes contra indecentes, los de siempre tenían que volver al poder, acompañados de toda su cultura de dominación.
Pero como lo sucedido en la Catedral sugiere una lectura reflexiva, esta sin duda puede ser ambigua, relativa, rupturista. ¿Quién sabe? ¿Quién dice que el día jueves la Catedral volvió a vestirse de resistencia? ¿Qué permitió la entrada nuevamente de las y los oprimidos? ¿Qué entregó asilo a las necesitadas, abandonadas históricamente por las religiones?
Opciones creyentes
Mis respetos y mi admiración a tantas personas católicas que he podido conocer en el tiempo. Con algunas lo he manifestado públicamente y por ende deseo aclarar que mi reflexión no tiene ninguna intención de ir hacia un “anticatólico/a” o invalidar una opción religiosa diferente a la mía. Quedará como anécdota que las dos únicas veces que he pisado la Catedral han sido casi antagónicas, una para esta marcha y la otra para la despedida de Pierre Dubois, quien sin duda alguna es digno de mi completa admiración, así también a una larga lista de personas, muchos amigos que día a día hacen que este mundo sea un lugar mejor. No obstante eso no quiere decir que no tengamos diferencias y algunas radicales, y de ahí entonces mi acercamiento a esta reflexión, parándome como un disidente de las normas impuestas por un poder atribuido ilegítimamente.
Los daños
Los grados de “daños” me son de menor cuidado, porque desde esta lectura, veo un accionar espontáneo, sin planificación previa. En otras palabras, “un sin querer queriendo”, fue sólo la ocasión en la que de repente se ve la oportunidad de reaccionar sin mayor preparación, pero con la fuerza que solo concede la protesta.
En este escenario, la Catedral no es el símbolo de resistencia para las mujeres, sino es el lugar de la violencia simbólica que ejerce sistemáticamente la Iglesia. Frente a frente, victimas y victimarios se encontraban, algunos viendo en este edificio el control de sus cuerpos, de sus vidas, recordando sus marcas de “asesinas”, de “putas”, marcas muchas más profundas e imborrables que un rayado en un lugar “sagrado”, donde el poder de la Iglesia se ha ejercido en contra de sus voluntades. Gritar “aborto” en pleno acto religioso, fue un acto liberador para muchas y muchos. Nadie que no haya estado ese día en la Catedral lo puede desligitimizar, ya que la información que después se transmite en los medios está manipulada e intencionada para que los de siempre tengan la razón. Por que a todo esto, ¿qué es lo sagrado y qué es lo profano, dónde esta lo uno y dónde esta lo otro?
La protesta no era para conseguir la “venia” de quienes nunca la darán, sino fue el lugar de rebeldía acumulada contra el poder, tal carpintero galileo entrando una vez al templo diciendo: “Quitad esto de aquí: no hagáis de la casa de mi Padre un mercado”. No hagáis de la casa de mi Madre un lugar de Tortura.
Este acto de rebeldía de abajo hacia arriba, iba en dirección a eso, lugares que las paredes refugiaban, aquellas élites fanáticas, que desconocen la dignidad de las personas y ocultan el mensaje del Evangelio, que se tapan en los rostros empobrecidos de quienes llaman “hermanos católicos”, y les mantienen en su lugar subyugados. Estos mismos son quienes a través de campañas contra el condón hacen que millones de africanos sigan muriendo por SIDA, que las niñas pobres mueran de septicemia por abortos caseros y otras mueran por abortos clandestinos. A quienes acomodan las leyes para su conveniencia y orden, por que son los que tienen “el poder”, les pregunto: ¿Y quien puede decir que no fue efectivo políticamente? ¿Quién dice que a través de esta irrupción histórica, también vayamos cuestionando la lógica del poder colonial aún presente en nuestra América Latina?
Muchos hermanos católicos con quienes compartimos acercamientos con respeto a la Teología de la Liberación, desconocen que precisamente las mayores fallas de ésta  fue simplemente asumir la cultura católica cristiana de Latinoamérica como normativa, incluyendo los códigos sexuales de decencia, y nunca reconocer la represión.
¿Acaso las iglesias protestantes no lo son? De igual manera, en el contexto latinoamericano de matices muy diferentes, pero igualmente de represor. Nosotros-as cristianos-as, católicos-as, protestantes y evangélicos-as, debemos reconocer que estamos en instituciones que han castigado vidas, que han abusado del poder, que en nuestras catedrales y templos ya no se encuentra aquel Jesús, predicador ambulante, que nunca tuvo un cargo público, pero teniendo sólo treinta y tres años la opinión pública se volvió en su contra y fue crucificado. La protesta no fue para la mujer católica que busca a Dios con devoción, ni para el obrero explotado que acude a misa en su desesperanza, sino para el símbolo de represión que representa la Catedral y su dios, un dios que ampara y protege a los poderosos, alejado de las vidas de las mujeres y del dolor humano.

martes, 18 de junio de 2013

Iglesia rompe el silencio y levanta tu voz… Educación en Chile.


¿No es éste el ayuno que Yo escogí: Desatar las ligaduras de impiedad, Soltar las coyundas del yugo, Dejar ir libres a los oprimidos, Y romper todo yugo? ¿No es para que compartas tu pan con el hambriento, Y recibas en casa a los pobres sin hogar; Para que cuando veas al desnudo lo cubras, Y no te escondas de tu semejante?

Entonces tu luz despuntará como la aurora, Y tu recuperación brotará con rapidez.

Delante de ti irá tu justicia; Y la gloria del Señor será tu retaguardia.

Entonces invocarás, y el Señor responderá; Clamarás, y El dirá: ‘Aquí estoy.’

Si quitas de en medio de ti el yugo, El amenazar con el dedo y el hablar iniquidad,

Y si te ofreces ayudar al hambriento, Y sacias el deseo del afligido, Entonces surgirá tu luz en las tinieblas, Y tu oscuridad será como el mediodía.

El Señor te guiará continuamente… (Isaías 58 6-11 - NBLH)



Esta semana se ha llamado al “Tomazo Nacional”. [1] diversos grupos de estudiantes han paralizado sus clases y se han sumado a la demanda educacional que estallo principalmente en el 2011, pero que responde a demandas históricas de parte de las chilenas y chilenos, que cada vez más se ve violentada por un sistema que las empobrece, endeuda e indigna. Durante estos años han aparecido voces importantes en solidaridad con esta movilización, desde “los abuelos”, Madres, Padres, Hijos e hijas, economistas, intelectuales, del mundo académico, desde otras partes del mundo… ¡en fin! Son muchos los que han visto esperanza en este movimiento en poder construir un mejor lugar donde podamos vivir, donde la educación no sea tan sólo un acto de consumo para los más privilegiados sino de derechos para todas y todos.



Escribo como estudiante y evangélico… donde frente a esta situación he extrañado voces firmes y permanentes desde nuestra fe cristiana-Evangélica que impulsen el clamor por la justicia, [2] no es posible que se mantenga imparcialidad cuando gran parte del país demanda un actuar justo y equitativo, no puede ser que Chile vaya creciendo en índices macro-económicos y siga el aumento de costo de vida, cubriendo la pobreza con falsas categorías, con servicios básicos inaccesibles, llevando a las familias de nuestro país al sobreendeudamiento, empobreciéndolas y limitando su acceso a vivir una vida digna. Ser cristiano no significa estar alejado del sistema que afecta a nuestras vidas, el actuar profético debe ser de denuncia frente a las opresiones que causa ya sea este sistema o quien sea. “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”.[2] Jesús no fue imparcial, así lo señala la Biblia, tuvo preferencia con los pobres de su tiempo “…Buenas nuevas a los pobres… los quebrantados de corazón… los cautivos… ciegos… a los oprimidos” [3]; Ser seguidor de Jesús es ser seguidor de su actuar. Un mensaje muy cierto había en un lienzo de los estudiantes de la UC “Jesús no habría podido ser universitario; su padre era un carpintero”. El Mensaje de Jesús podría estar tan vigente en este tema, pero nuestras “teologías” provenientes de sectores fundamentalistas, acomodados en un sistema de mercado han tenido que esperar por darle preferencia a una espiritualidad individualista, preocupada del crecimiento personal, la emoción, el sensacionalismo, en discusiones sobre los conflictos de poder y la tradición religiosa, dejando como última opción la clave de la vida cristiana, “Amar al prójimo como a uno mismo”.[3]



El Amor al prójimo no basta con cantarlo en melodiosas canciones o expresarlo en nuestros discursos desgastados, esas acciones nos tienen en una crisis como “Iglesia” la inconsecuencia de nuestra hablar con nuestro actuar no ha sido favorable en las mayorías de las Iglesias, parece ser que no es compatible tener una vida en vista a las necesidades de los otros al igual que las nuestras, y es que nuestra indiferencia con el dolor, nos hace perder cada vez más creebilidad en nuestra mensaje “esperanzador”. “Iglesia! levanta tu voz, denuncia la injusticia, realiza propuestas concretas de salvación, no solo moral y del alma, sino salvación concreta aquí y ahora, dignidad para el ser humano, para el débil, para el que sufre. Levántate y denuncia al sistema mercantil opresor y esclavizante, que tiende lazos y cadenas que atan a las personas, aun más que los problemas sexuales ¿o será que estás demasiado sumergida en él?”[4]… Pregunta pertinente en este tiempo, muchos de nosotros Evangélicos, cristianos y cristianas, vemos con admiración el legado de otros quienes dejaron un marca en la historia de la humanidad por su compromiso con el otro: Dietrich Bonhoffer, Mather Luther King, Florence Nightingale, Hellmunt Frenz, Pierre Dubois, Roberto Boltón (recientemente fallecido), José Aldunate, por nombrar algunos emblemáticos. Hoy parece ser que nuestro actuar de la fe es muy lejano a la de ellos, y peor aún… lejano a lo dicho por el Maestro en el sermón del monte.



No debemos suponer que el clamor de los estudiantes, de las familias chilenas es un clamor “ideologizado” como suponen algunos, no tiene por qué ser la proclama de “Justicia social”, sólo de algunas fuerzas políticas o de algunas “ideologías”, debido a nuestro abandono como cristianos de aquella proclama manifestada en Jesús y su mensaje del Reino de Dios y su justicia, que a sido tristemente desconocida y olvidada en nuestro actuar evangélico. “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”[5] hemos estigmatizado las demandas como si fueran sólo de ciertos grupos y no quienes creen en la conformación de una sociedad más justa y equitativa.



Alcemos nuestra voz frente a la injusticia, frente a la violencia de este sistema, participemos en propuestas para construir un mejor país para vivir. En nuestras reuniones de jóvenes, en la escuela dominical, en los sermones, en las conversaciones con nuestros hermanos y hermanas. Hablemos de lo cotidiano en nuestros espacios de fe. Seamos ciudadanos proactivos, empoderemos a los que hoy no tienen voz, a los excluidos, los marginados, no sigamos en el camino de la indiferencia y no veamos el dolor del otro como ajeno, estamos en un proceso que está haciendo historia en nuestro país, la ciudadanía se está autoconvocando a realizar transformaciones sociales, por ningún motivo debemos quedar ajenos a estas transformaciones, sino debemos impulsarlas, y colaborar con todas nuestras fuerzas para que los principios más nobles de nuestra fe se permeen en nuestra sociedad, la justicia, la bondad, la solidaridad… tan ajenas hoy por un sistema donde el centro es el dinero y el poder económico, al cual Jesús rechazo tan categóricamente. “Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”.[8] . “La iglesia invita a los actores a dialogar. No a negociar, porque la educación no debe ser un negocio, no a rendirse, porque la educación no es una guerra. Sino a mirar la actitud de uno que sí sabe educar, pues por algo le llamaban el Maestro”.[6]



* Josaphat Jarpa: Estudiante en la Facultad Evangélica de Teología CTE. Miembro del Observatorio Iglesia y Sociedad - OIS.



[1] Lista de Colegios y universidades movilizadas: http://infestu2013.wix.com/listamovilizados

[2] Es necesario destacar que algunas Iglesias que representan si bien un sector minoritario dentro del sector protestante-evangélico no han quedado en el silencio y se han pronunciado a favor del Movimiento estudiantil. Cómo así la Iglesia Católica. Comparto a continuación algunas declaraciones públicas:

1.- Directorio Nacional Pastoral Juvenil Iglesia Evangélica Luterana en Chile “DECLARACIÓN PÚBLICA ANTE LA MOVILIZACIÓN UNIVERSITARIA Y SECUNDARIA”. Chile, Junio 17 de 2011. http://ctedechile.cl/pdf/Declaracion_publica_Pastoral_Juveniel_IELCH%20(2).pdf

2.- Consejo Nacional Federación Juventud Metodista de Chile “Declaración Pública de la Juventud Metodista de Chile respecto al conflicto educacional en nuestro país” Domingo, 28 de agosto de 2011

http://nacionjuvenil.blogspot.com/2011/09/declaracion-publica-de-la-juventud.html

3.- Iglesia Metodista de Chile “LA IGLESIA METODISTA DE CHILE A LA OPINIÓN PÚBLICA” Angol, Chile, 16 de octubre de 2011.

http://fasic.org/decla_imch.pdf

4.- Iglesia Menonita de Chile “DECLARACIÓN PÚBLICA DE LA IGLESIA MENONITA DE CONCEPCIÓN - CHILE. ANTE LA ACTUAL CRISIS DE LA EDUCACIÓN CHILENA” Concepción, Chile, 18 de agosto de 2011.

http://amlac.org.ar/noticias/070911DeclCrisisEduc.html

5.- Iglesia Evangélica Luterana en Chile “DECLARACIÓN PÚBLICA DE LA IGLESIA EVANGÉLICA LUTERANA EN CHILE” 24 Agosto de 2011.

http://iluterana.cl/index/?p=1038

6.- Pastores Bautistas de la Región de Coquimbo, URPAB, “CARTA DE PASTORAL DE ORIENTACIÓN ANTE LOS CONFLICTOS DE LA EDUCACIÓN EN CHILE”. 18 de Septiembre de 2011, Coquimbo.

http://nacionjuvenil.blogspot.com/2011/09/carta-de-pastoral-de-orientacion-ante.html

[2] Hechos 4:19-20 (VRV)

[3] Lucas 4:18 (VRV)

[4] Hidalgo, Lissett Belen. “Por la Familia…” [en línea]. Consultado [17 de Junio del 2013]. Disponible en la Web: http://nacionjuvenil.blogspot.com/2011/07/por-la-familia-por-belen-hidalgo.html

[5] Mateo 5:6 (VRV)

[6] Vidal Sandoval, Juan. "Movilizaciones Estudiantiles: Reflexión Pastoral”,[en línea]. Consultado [17 de Junio del 2013]. Disponible en la Web: http://www.imp.cl/2011/movilizaciones-estudiantiles-reflexion-pastoral/

sábado, 9 de marzo de 2013

Declaración Encuentro Transforma Joven 2013

Los y las jóvenes de Perú, Colombia, Ecuador y Chile participantes del encuentro Transforma Joven 2013 realizado del 19 al 24 de febrero en Santa Eulalia, Lima-Perú y pertenecientes a distintas iglesias y organizaciones cristianas evangélicas, luego de compartir comunitariamente una serie de experiencias, reflexiones, diálogos y oraciones en torno a distintos temas/problemas que afectan la vida de la iglesia y la sociedad en el contexto latinoamericano, declaramos públicamente que:

Cuidado del ambiente.
En el contexto latinoamericano estamos incumpliendo nuestra responsabilidad frente a la protección, conservación y administración de los recursos naturales, al permitir con nuestra indiferencia y complicidad el daño irreversible de los ecosistemas naturales que altera y pone en riesgo la sustentabilidad de la vida; como en el caso peruano de La Oroya, el Proyecto Conga, entre otros.

Confesamos que Dios creó los cielos y la tierra, lo hizo "bueno en gran manera" y puso al ser humano como administrador y protector de los mismos; por ende rechazamos la extracción indiscriminada de los recursos naturales que pone en riesgo la vida, para sustentar el actual sistema consumista

Violencia contra la mujer.
En nuestra realidad Latinoamericana las mujeres de todas las edades viven en un sistema de violencia, sometimiento y discriminación. Este se reproduce en nuestras iglesias evangélicas por una ligera e interesada interpretación de la biblia que contradice el propósito de Dios para la humanidad.

Afirmamos que es imprescindible el respeto a la dignidad de la mujer a partir de una interpretación bíblica acorde al plan de Dios de vida plena para toda la creación y en consecuencia, anhelamos que la iglesia sea un instrumento que promueva la equidad en las relaciones humanas en el contexto latinoamericano.

Incidencia Pública:
La actual participación política e incidencia pública por parte de un amplio sector de la iglesia evangélica es indiferente a las realidades de los más desfavorecidos de nuestras sociedades latinoamericanas, en razón de que no se involucra en las causas de los pobres y marginados en las luchas reivindicativas por la justicia, cayendo en las mismas prácticas corruptas de este sistema político, faltando a la integridad y transparencia, que busca privilegios personales por sobre el bien común, siendo irresponsables con nuestro compromiso social en la formación para la efectiva participación política desde la búsqueda de la justicia.

Creemos que es necesario el empoderamiento de las y los cristianos en torno a la transformación de nuestra América Latina (principalmente nosotros las nuevas generaciones), movilizando a las iglesias evangélicas para que caminen con los que sufren, un caminar sin afanes proselitistas, sin búsqueda de privilegios personales; sino basado en el testimonio de Jesús de servicio y amor al prójimo, comprometidas con la promoción de los derechos humanos y la justicia desde una mirada integral (Miqueas 6:8).

Sexualidad:
En nuestras sociedades latinoamericanas existe resistencia al diálogo abierto respecto a la sexualidad. Así mismo esta se replica en nuestras iglesias al desvalorar el cuerpo, ignorar la integralidad del ser humano y mantener lógicas opresivas y discriminatorias hacia mujeres y hombres.

Proponemos que desde la iglesia debemos generar espacios de diálogo para la reflexión bíblica-teológica contextualizada en torno a la valoración de nuestros cuerpos y la integralidad del ser humano. Así mismo rechazamos todo tipo de prácticas opresivas en torno a la sexualidad, tales como: abuso sexual, trata de personas, discriminación por identidad de género y orientación sexual, entre otras.

Shalom/Evangelización:
Un amplio sector de las iglesias evangélicas en Latinoamérica a partir de un enfoque proselitista de misión ha distorsionado el término "evangelización" a la idea de "ganar almas" y reducirlo a la proclamación verbal, descuidando el florecimiento de una vida en abundancia para todos y todas, especialmente para aquellas personas en situación de injusticia.

Afirmamos que la comunicación del evangelio es palabra encarnada en acciones, y abarca todas las áreas de la vida. El propósito de Jesús fue formar comunidades que le sigan y asuman un compromiso en la restauración de toda la creación.

http://www.pazyesperanza.org/documentos/declaracion_encuentro_transforma_joven_2013.pdf

domingo, 3 de marzo de 2013

Iglesia basta de la tortura… a un año de la muerte de Daniel Zamudio.


Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido”.
Isaías 53:3-4 (RVR1960).

La madrugada del 3 de marzo del 2011, en una conocida plaza de Santiago de Chile, cuatro jóvenes masacraron a golpes a un joven de 24 años. Su nombre pasó a ser un emblema para la visibilización de una demanda que se mantenía castigada. Durante los 24 días de agonía, rondó por la web el siguiente texto:

“A Daniel Zamudio lo golpearon hasta dejarlo inconsciente. Le apagaron cigarrillos en el cuerpo. Le desfiguraron la cara. Le arrojaron varias veces una piedra: en el estómago, en el rostro y en otras partes del cuerpo. Le arrancaron parte de una oreja. Le rompieron una botella en la cabeza y le marcaron tres cruces esvásticas en la piel con pedazos de vidrio. Hicieron palanca con una de sus piernas… hasta que el hueso cedió y se rompió”.

Me llamó la atención en aquel entonces ver en muchos espacios cristianos muestras de compasión, calificando el hecho como una tragedia “inaceptable”. Tras un año me doy cuenta que esta actitud fue sólo un síndrome del efecto mediático comunicacional, y no una indignación sincera frente a la discriminación y violencia que existe hacia las personas no heterosexuales. Todo este proceso pareció ser una “Teletón Gay”, y como buena Teletón, duró hasta el cierre del espectáculo. Luego vendría la total indiferencia. Sin embargo, algunos cristianos y cristianas marcamos esta experiencia como algo irrepetible y por ende trabajamos dentro de nuestros espacios para construir comunidades que no repliquen la basura a la que nos somete este sistema. Muchos creemos que es posible que dentro de una sociedad homofóbica las Iglesias sean un espacio de alternativa inclusiva, solidaria y no propagadora de violencia. Violencia que actualmente se hace a través de discursos llenos de odio, discriminación y condena.

No tan sólo murió Daniel. Sus agresores fueron muertos antes, acabados por este sistema que te aniquila en vida y te somete a sus ideologías de muerte. Ideologías muy presentes en nuestros espacios comunes. La producción y reproducción de estos discursos lleva a una muerte sistemática que es necesario detener. No basta con una ley anti-discriminación si no cambiamos nuestra manera de pensar, alineada por completo a este sistema de violencia. Muchas velas se han prendido en Chile en memoria de quienes han sufrido por culpa de la construcción social de una moral clasista, racista y sexista, instalada con espada y sangre indígena: Claudia Moya Silva, transexual asesinada en julio del 2001; Martina Orellana, transexual golpeada y baleada en la calle en enero de este año; Mónica Briones, lesbiana pateada ferozmente por un agente de la CNI cerca de Plaza Italia en los 80. Estas son sólo algunas de las despreciadas y desechadas entre los hombres, experimentadas en quebranto y dolor; y de las cuales escondimos nuestro rostro, fueron menospreciadas, y no las estimamos.

Hace una semana conversaba con un grupo de jóvenes cristianos sobre el tema de la “homosexualidad”. La cuestión en la que se centraba el diálogo finalmente consistía en cuándo y dónde empieza el supuesto pecado de “homosexualidad”. Una extendida conversación que, tras casi una ecuación matemática, investigación perita-forense, exámenes médicos y consultas con los espíritus chocarreros, lamentablemente no sirvió para cambiar la impresión preconcebida de aquellos jóvenes, convencidos de que la práctica era condenable. Finalmente no llegamos a conclusiones consensuadas, pero me hizo pensar en cómo nuestras iglesias conviven con ideologías y teologías que no son otra cosa que discursos de tortura. Me permitió darme cuenta que muchos creyentes de convicciones honestas concordantes con el evangelio, paradójicamente pasan a ser reproductores de una práctica de exclusión, fomentada por este sistema para la mantención del poder. No se puede separar la sexualidad del poder: la sexualidad es el mayor instrumento de dominación simbólica, y es necesario acabar con la dominación.

Me sorprende que aquellos que discrepan de estas teologías e ideologías del terror, muestren pasividad frente al tema y vivan en una autocensura para mantener ciertas “comodidades”. Quienes creemos en el evangelio como una practica de justicia de Dios tenemos el compromiso de caminar con quienes sufren exclusión y por ende no podemos seguir en silencio. ¡No más! Hablar de justicia y no mencionar la opresión por la orientación sexual o identidad de género es un acto de indolencia y cobardía. No creo que sigamos hablando de la construcción de un mundo más justo si no vencemos la violencia de género y sexual, por muy hereje que esto suene hoy para algunos. En su tiempo era una herejía decir que los indígenas tenían alma, herejía decir que la mujer era igual al hombre, herejía decir que los esclavos debían ser libres y también herejía decir que los negros tenían igualdad de derechos que los blancos. También un hijo de un carpintero de Nazaret fue un hereje al proclamar buenas nuevas a los pobres en una Palestina invadida por el Imperio Romano y explotada por la religión imperante. No obstante, durante su vida buscó justicia para los oprimidos de su sociedad, enfrentando a todo poder de opresión, poder que finalmente lo llevó a la muerte.

Me resisto a creer que Dios es un macho que detesta a los homosexuales. Resisto creer que no podemos hablar de sexualidad porque ya está todo zanjado desde los textos medievales. Me resisto a conformarme con ser iglesia solo para heterosexuales. Resisto creer que en la cena del Señor nos preguntarán nuestra identidad de género u orientación sexual. Resisto creer que tenga que haber más violencia para acabar con la homofobia en nuestras iglesias. En resistencia creo en Dios habitando en toda su creación, que gime por justicia para el aquí y ahora.

#JusticiaParaDanielZamudio